En Davos, Milei exige un capitalismo de libre empresa. ¿Será capaz de hacerlo realidad?
En el Foro Económico Mundial, Milei advirtió que el Occidente peligra ya que “quienes supuestamente deben defender sus valores, han sido cooptados por una visión del mundo que conduce inexorablemente al socialismo, y en consecuencia, a la pobreza”. Mencionó a los adversarios del Occidente: políticos y burócratas que quieren permanecer en el poder y obstaculizar el crecimiento, a feministas y ambientalistas radicales que exigen intervencionismo desmedido gubernamental. Así mismo, señaló de héroes a los empresarios que generan riqueza y han dado a la humanidad prosperidad sin precedentes a través del capitalismo. ¿Los supuestos beneficiarios de estos héroes capitalistas? El pueblo. Desde la sede de X, Elon Musk aplaudió al mandatario.
Las declaraciones de Milei en Davos hacen eco a sus promesas de campaña: una salvación capitalista para una economía moribunda. Argentina ocupa uno de los últimos puestos en el Índice de Libertad Humana—una medida amplia que abarca la libertad personal, civil y económica. El peso del Estado regulador ha aumentado con el tiempo, haciendo que la clasificación de Argentina caiga del puesto 84 en 2000 al 143 en la actualidad. Esta situación se agrava con el déficit fiscal del país: un impactante 15% del PIB, producto de una década de estancamiento económico. Este contexto sirve de telón de fondo para las ambiciosas reformas de Milei construidas sobre dos pilares: el Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) “Bases para la reconstrucción de la economía argentina” y el proyecto de ley “Bases y puntos de partida para la libertad de los argentinos”. Las principales políticas incluyen una amplia desregulación de la economía, la privatización de las empresas estatales, una agresiva política de ajuste fiscal para luchar contra la hiperinflación y una reforma electoral y política. La pregunta es, ¿podrá cumplir?
Tras asumir la presidencia en diciembre, Milei cuenta con 63% de aprobación a su gestión. Sin embargo, una inflación anual de más de 200%, y en aumento, podría acabar con la luna de miel. Por tanto, es el momento de actuar. Él lo sabe y lo está haciendo. Ahora debe sortear el Congreso y el poder judicial, dos desafíos importantes en su capacidad de ejecutar.
En el Congreso es débil. Para que sus reformas prosperen debe trabajar dos facciones históricas: los peronistas y los no peronistas. Esta última fuerza probablemente apoyará su agenda pro- empresarial. Sin embargo, Milei tendrá que hacer concesiones. Las privatizaciones se evaluarán caso por caso, se rechazará la reforma electoral y no habrá delegación de facultades del Congreso al Ejecutivo. Estas delegaciones incluían libertad para aprobar una reforma de pensiones y renegociar la deuda pública, ambos elementos clave para su ambicioso plan económico. Milei ha sido claro con las fuerzas no peronistas: si se interponen en su camino; los señalará por sabotear su audaz plan de recuperación. Deben encontrar un equilibrio delicado entre ejercer control sobre la administración y al mismo tiempo atender la demanda de cambio procedente de sus electores, que apoyan ampliamente estas reformas. Con el apoyo de estas fuerzas, Milei podrá lograr la aprobación de sus proyectos de ley.
Los peronistas han dejado claro que rechazarán cualquier tipo de reforma económica. Sin embargo, podrían apoyar la reforma política y electoral de Milei. La reforma electoral incluye el sistema uninominal, que favorece a quienes están en poder, así como al establecimiento político. Esta es una propuesta arriesgada de Milei que amenaza a las fuerzas políticas minoritarias privilegiando la maquinaria y el poder electoral del peronismo.
Mientras Milei necesita aprobar con urgencia sus reformas considerando el inevitable empeoramiento de la economía, los debates y negociaciones avanzan en la Cámara de Diputados, pero no al ritmo esperado. Las facciones peronistas y no peronistas ejercen su peso y manejan los tiempos para ir modificando puntos de las propuestas de Milei. Mientras tanto, el Senado espera tranquilamente.
En los tribunales, las políticas de Milei ya están siendo cuestionadas y algunas ya han sido revocadas. El caso de la reforma laboral fue el más significativo. Como cada tribunal tiene voz y voto en la constitucionalidad de las normas, el activismo judicial seguirá aumentando. Industrias como la energía y los minerales pueden ser especialmente vulnerables a la intervención judicial basada en preocupaciones ambientales y de derechos humanos y algunas opiniones anti- mercado. Las decisiones finales recaerán en la Corte Suprema. Al igual que en el Congreso, no hay señales de prisa por parte de esta Corte para tomar estas decisiones.
Irónicamente, las herramientas que Milei tiene para superar los obstáculos en el Congreso y en los tribunales fueron elaboradas por sus predecesores, y ahora opositores, peronistas. De hecho, en el Congreso ya ha desplegado una de ellas: los Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU). Estos decretos presidenciales tienen la misma jerarquía que una ley y una vez que son emitidos, entran en vigor. El Congreso tiene un control ex post que le permite anularlo si ambas cámaras del Congreso lo rechazan. Es decir, con la aprobación de una sola de las cámaras el DNU queda firme. Esto contrasta con el procedimiento de un proyecto de ley, que debe ser aprobado por ambas cámaras. Otra particularidad de los DNU: el Congreso debe rechazarlos o aprobarlos en su totalidad, sin posibilidad de modificaciones parciales. Fue Cristina Fernández de Kirchner quien ideó este procedimiento del que Milei probablemente siga valiéndose. Conscientes del posible riesgo político de rechazar el DNU de Milei, los congresistas opositores se han desentendido y esperan que sean los tribunales los que asuman la carga pesada: que el DNU se vaya desboronando ante las demandas judiciales.
Frente al Poder Judicial, Milei tiene dos caminos posibles. Uno es el nombramiento de un nuevo juez de la Corte Suprema para cubrir un puesto vacante. Habrá otra vacancia a finales de este año cuando se jubile el juez Maqueda. Estos nombramientos requieren la aprobación del Senado, lo que implicará una negociación delicada, aunque factible. El otro camino disponible es llevar las demandas existentes contra sus reformas directamente a la Corte Suprema. Esto se haría a través del “Per Saltum”, una ley procesal creada por el peronismo que permite llegar a la Corte Suprema sin pasar por tribunales inferiores. Esto presionaría a la Corte Suprema, muy consciente de los riesgos de obstaculizar medidas supuestamente salvadoras del país por parte de una administración popular. Al igual que el Congreso, la Corte Suprema entiende que el tiempo es un aliado y por ahora, se refugia como espectadora de este proceso.
Mientras se desarrollan estas negociaciones políticas, Milei busca recuperar el acceso a los mercados financieros para renegociar la deuda externa y disponer de dólares para frenar la inflación. El FMI respalda su programa y espera la aprobación del Congreso de sus reformas. La renegociación exitosa de los acuerdos con el FMI ayuda a la administración a pagar vencimientos de deuda en el corto plazo. Además, el rendimiento récord esperado de la cosecha en abril contribuirá al superávit comercial. La demolición del Banco Central y, por tanto, la dolarización aún está muy lejos en el horizonte. La estabilización es una prioridad.
Actualmente, los argentinos encuentran refugio de su cruda realidad económica en las vacaciones de verano. Cuando llegue marzo, la crisis económica pegará a una escala nunca vista y resultará inescapable para la mayoría. En consecuencia, se esperan manifestaciones públicas de la oposición a gran escala. En esta situación económica tan crítica, la astucia política de Milei es fundamental. ¿Podrá ejecutar su revolución capitalista, mientras el deterioro económico debilita su apoyo popular?